La polaridad magnética de la Tierra y la vida de las especies.

Por Luis Fernando Ocampo Ochoa

Instrumentador científico Obsrervatorio ITM

observatorioitm@itm.edu.co

Representation of Earth's Invisible Magnetic Field
Gráfico del campo magnético terrestre. Imagen NASA.

Es particularmente curioso que se hable de cambios de polaridad del dínamo de nuestro planeta, sabiendo que son cambios que ocurren en tiempos inimaginables para las escalas de vida humanas, en edades geológicas.

Pero algo le está sucediendo al campo magnético (hacia donde apunta una brújula) de la Tierra. Durante los últimos 200 años, se ha ido debilitando y desplazando lentamente su polo norte magnético desde el Ártico canadiense hacia Siberia. En las últimas décadas, sin embargo, ese lento desplazamiento hacia el sur se ha acelerado, alcanzando velocidades superiores a 48 kilómetros por año. ¿Podríamos estar al borde de una inversión geomagnética, en la que los polos magnéticos norte y sur intercambian posiciones?

El campo magnético de la Tierra es generado por la convección de hierro fundido en el núcleo del planeta, a unos 2896 km debajo de nuestros pies. Este líquido sobrecalentado genera corrientes eléctricas que a su vez producen campos electromagnéticos. Si bien los procesos que impulsan la inversión de polos son comparativamente menos comprendidos, las simulaciones por computadora de la dinámica planetaria muestran que las inversiones surgen espontáneamente. Esto está respaldado por la observación del campo magnético del Sol, que se invierte aproximadamente cada 11 años.

Nuestro propio campo magnético comenzó a existir hace al menos 4 mil millones de años, y los polos magnéticos de la Tierra se han invertido muchas veces desde entonces. Solo en los últimos 2,6 millones de años, el campo magnético cambió diez veces y, debido a que el más reciente ocurrió hace 780.000 años, algunos científicos creen que estamos atrasados ​​para otro. Pero las reversiones no son predecibles y ciertamente no son periódicas.

Los investigadores trazan un mapa de la historia antigua del campo magnético de la Tierra utilizando rocas volcánicas. Cuando la lava se enfría, el hierro que contiene se magnetiza en la dirección del campo magnético. Al examinar estas rocas y utilizar técnicas de datación radiométrica, es posible reconstruir el comportamiento pasado del magnetismo del planeta a medida que se fortalecía, debilitaba o cambiaba de polaridad.

Las propiedades magnéticas de los artefactos arqueológicos, dan pistas de las inversiones en la polaridad del planeta. Por ejemplo, probablemente, los antiguos pobladores ​​calentaron un utensilio u horno que contenía hierro a temperaturas suficientemente altas, y luego de enfriarse, se realinearía su magnetismo con el campo magnético de la Tierra. Pero realizar mediciones de estos artefactos arqueológicos es difícil. Por un lado, el magnetismo en los objetos antiguos es muy débil, no es lo suficiente como para mover la aguja de una brújula. ¿Y si algún objeto se calentó y enfrió varias veces, se superpondrán varios patrones magnéticos? Por último, su fiabilidad depende de que los objetos queden en el mismo lugar donde tuvo lugar el calentamiento. Son condiciones casi imposibles de cumplir.

A pesar de estas dificultades, los investigadores han mapeado en gran medida los cambios modernos en el campo magnético debajo de Europa occidental y Oriente Medio. Para muchas especies que utilizan y leen el campo magnético del planeta, esto puede influir en su supervivencia si no tienen otras maneras de mantener su ciclo vital.  Por ejemplo, esta particularidad la cumplen ciertas tortugas en las playas de Florida, que cavan para salir de los nidos subterráneos, ingresan al mar y viajan hacia el Océano Atlántico (a veces atravesándolo por completo). Luego, después de muchos años, regresan a las mismas playas de Florida en las que nacieron. En las playas de Colombia sucede algo similar con nuestras especies de tortugas, aunque no tengo información profunda sobre este tópico. Ellas navegan por este sendero acuático, por más de 14.000 km con solo detectar la fuerza y ​​la dirección del campo magnético. Lo mismo pasa con los salmones, ballenas, aves y otras criaturas que también utilizan el magnetismo de la Tierra para navegar. Por ello, sus vidas se verían seriamente interrumpidas por una inversión del campo magnético de forma abrupta, a menos que haya una adaptación al entorno. Independientemente, la inversión magnética puede cambiar lentamente durante muchos miles de años, y ello hace posible que las criaturas migratorias, y también la humanidad, puedan adaptarse.

También, la Tierra es bombardeada constantemente con una corriente de partículas cargadas que llegan del Sol y rayos cósmicos, en su mayoría protones y núcleos atómicos, desde el espacio profundo. En el período que conduce a una inversión, el campo magnético se vuelve más débil y significativamente menos efectivo para protegernos de esas partículas. Si bien, algunos geólogos señalan que las extinciones masivas parecen correlacionarse con estos períodos de tiempo, durante ese tiempo ha habido muchos retrocesos y no existe una correlación obvia con el desarrollo humano.

A nivel tecnológico no pasa inadvertido. Un campo magnético débil en el Océano Atlántico Sur, conocido como la «Anomalía del Atlántico Sur», ya afecta negativamente a los satélites y podría ser una indicación de lo que está por venir. Estudios geológicos recientes han sugerido una posible razón de la anomalía. Se cree ampliamente que nuestra Luna se formó cuando la Tierra fue golpeada por el planeta Theia hace 4.500 millones de años, pero los restos de Theia nunca se han encontrado. Ahora parece que los restos de Theia pueden estar bajo nuestros pies.

A partir de lo anteriormente descrito, hay dos enormes volúmenes de roca enterrados profundamente en la Tierra, cada uno millones de veces más grande que el Monte Everest (y en expansión) y más denso y caliente que el resto del manto de la Tierra. Una teoría, sugiere que estas masas rocosas son los restos perdidos de Theia y que interfieren con la convección del hierro fundido, dando lugar al campo magnético débil en el Atlántico Sur. Mientras tanto, tenemos mucho que aprender sobre lo que está sucediendo en las profundidades de nuestro planeta.

Publicado por luisobs

Instrumentador, montaje del Observatorio Astronómico ITM; Tecnólogo de Calidad ITM, y especialista independiente en óptica biomédica y de instrumentos astronómicos.

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